domingo, 23 de agosto de 2009

ESCALERA AL CIELO

¿Hoy en día ya la luz no emana del bien?
¿La gente solo se preocupa de lo suyo?
¿O se para a pensar cómo influye en los demás?

Ya no recuerdan (ananmensis), sino olvidan.
Nadie se preocupa ya de controlar la razón.

¿Dónde ha ido a parar la búsqueda del conocimiento?
¿En un proceso ascendente y dialéctico en busca de un algo?
¿O en quedarse vagados en medio de la eikasia,
donde lo que crees que ves es solo la sombra,
el velo que recubre la realidad?
¿Y qué pensáis que es lo que veis y de lo que es realmente?

No quiero que el sol me ciegue de repente ante tanta capacidad de conocimiento,
tampoco yacer entre las sombras de los objetos que la vida proyecta…

Dos mundos, dos aptitudes ante el conocimiento.

Un mundo sensible constituido por las realidades del mundo sometidas al cambio donde solo se albergan conjeturas, reflejos y creencias de la realidad…

Un mundo inteligible constituido por ideas, pensamientos y el conocimiento. Allí se albergan las realidades inmutables y permanentes. Donde nada deja de ser lo que es.

¿Con cuál te quedas...?

Y lo pienso… Me quedo con lo irascible, a medio camino entre la eikasia y la episteme, los dos polos del conocimiento.
No quiero ser todo, pero tampoco la nada…

Conocer algo implica conocer sus causas y sus fines, por eso prefiero realizar mi propio trayecto, para que el fin último sea causa de mí.
Anclarme en lo que platón llama doxa, lo que surge de la mera apariencia, cambio u opinión, a medio camino entre el conocimiento y la ignorancia. En una suposición más cercana a la realidad.

No quiero alcanzar el sol en sí mismo,
prefiero que el sol irradie en mí,
que me ilumine sin encandilarme.
No quiero gafas de sol en las que esconder mi imagen,
quiero aparecer tal y como soy.

La escalera puede ser el abismo por el que asciendas de golpe.

¿No te preguntas por qué no habrá una escalera al cielo como la que propone Led Zeppelin?
Si no existe no hay que inventarla.

El cielo es nuestro, los latidos cósmicos resuenan de fondo ante la manera de truncar al mundo sensible, pero un gran agujero negro nos atrae hacia abajo, hacia el lugar de donde partíamos y que queremos abandonar.
Es el que nos retiene a pesar de creer que algo había cambiado al ver la luz…
Ese es el fallo; lo creíamos, pero no lo pensábamos. Diferentes escalones. Esa es la diferencia y el error que nos impide volar, intentar subir saltándonos escalones…

Ahora bien, una escalera o lo que comenzó llamándose balaustrada es una escalera y no otra cosa porque está compuesta por huellas y tabicas. Huellas que dejas marcadas en cada ascensión, en cada escalón y tabicas que delimitan alturas, tramos y descansos.
Pero cuidado, hay escaleras mal proyectadas donde la relación huella-tabica nos puede hacer tropezar y caer. En la vida y en las metas.

Lo último que quiero ver es lo último…

Una vez más, lejos de todo y cerca de nada, puede pasar todo o no pasar nada, lo puedes ser todo o no ser nada, lo puedes tener todo o no tener nada, pero algo siempre vendrá, porque habrá alguien esperando un algo. Ese será el todo que todo lo envuelve.

Lo último que quiero ver es lo último…

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