lunes, 20 de diciembre de 2010

NADA, NO QUEDA NADA


Le ha llevado tiempo elegir los ingredientes para llegar hasta aquí, tomar la decisión más acertada a la batalla derrochada a lomos de un caballo ciego que porta cargas varias con un jinete cómplice, absorto, sin templanza y sin germen con todo su bagaje. Bastan unas alforjas rebosantes de tierras desvalidas y escombros que se esparcen a cada paso con cada herida de muerte que lleva incrustadas en la mente y que se agrietan cada vez que planean la revancha.

El campo de batalla reside hoy explotado por los bombardeos que no se decidían por ningún final, aún sabiendo que el final tenía que llegar. Las reservas estaban a medio extinguirse. Sólo quedaba una pizca de sentido común, dos cucharadas colmadas ante la decepción, una cucharada bien cargada de perdón y un vaso mediando ante el conflicto y la indecisión para arrojar al fuego los estallidos que yacían ya cuatro años hirviendo para apartar y servir muy frio al jinete- juez.

No mide sus andanzas por las batallas perdidas. Sabe que sin cada paso firme de los dados y de sus traspiés no podrá ni siquiera recorrer el trayecto de vuelta a su morada ni al que todavía los años, las trincheras y las luchas le lleven a recorrer todo un camino marcado. Ese ha sido su trayecto.

En este pasaje congela las sobras de los terrenos infértiles, carentes de todo sentimiento y significado por última vez, porque es desagradable comer siempre de la misma tierra sin notar ninguna sensación intensa en el paladar que lo embriague al mezclar cada pedazo de vida pendiente con su propia saliva.

Ya no queda nada en el dispensario que lo alivie. Las vueltas a la fuente ya quedaron dadas y las rotaciones de asiento también. No hace falta revolver los cajones por buscar que fue de la última mirada perdida antes de lapidarse en la decisión siempre elegida puesto que la receta que quedó congelada en el último rincón de la última opción correteaba a cada impulso con veladuras del aroma a trementina y rasguños craquelados que no sabían disiparse ni calándolos en una mina de aguarrás.

En el matasellos acuña la fecha, 16 de diciembre de 2010 y la firma de su baja no le causó nada. Nada. Ya no quedaba nada allí.




Otras miradas