lunes, 7 de septiembre de 2009

LA FRAGANCIA DEL VASO

Cuando subiste a mi habitación, viste como desapareció la moqueta y aparecían las heridas de cada rincón y el caballete abarrotado de lienzos a medio empezar amenazaba con caer del mismo modo que cuando yo ando y parece que me voy cayendo a pedazos.Infinitos recortes de fotos y dibujos hieren la pared, como esa llanta de bicicleta que pende del techo y que inunda de lineas concéntricas aquella burbuja cuando azota el viento y cuando abres la puerta.


Siempre preguntaste por el más recógnito detalle sigilosamente. Por los trozos de cartón pluma, la chapa, las piedras o los cuadros terminados apoyados en el suelo y sin poner y yo siempre te digo- tengo tiempo de pintar, pero no de hacer agujeros en mi armadura por eso, siempre que voy a la playa me traigo una piedra en los bolsillos.


Hoy me preguntas por ese collar que tanto te llama la atención y yo te digo-no es mas que las sobras de una maqueta de análisis de la forma que he desmontado para enhebrar botón a botón y enredarme de colgajos.


Puede que mañana te vuelvas a sorprender o a intrigar cuando veas cubierta de periódicos la única pared que queda en verde. Con el tiempo hasta las paredes mas verdes caen y yo pintaré un inmenso rastrel de esbozos y manchas, pero no intentes interpretar esto en un sentido romántico, impresionista o cubista, no tiene nada que ver porque todo este rollo tiene una razón de ser, enmarcaré la propia pared difurcando amasijos con la pasión y la inquietud que me recorre entre mares de gotelé.

Si pasado te digo que me traigas las viejas garrafas de vidrio recubiertas con pleita de esparto, tráeme la de una arroba por si con media no tengo bastante...
Yo inventaré que hacer con ella, porque a veces ya no sé si estoy demasiado llena o demasiado vacía y tengo miedo de desbordarme en cualquier caso envuelta en lirismos descriptivos de mi propia intrahistoria.

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