He pensado demasiadas veces
cerrar con revocos a cal y canto
la puerta hexagonal que gestó mis propósitos.
La misma que me espina por dentro.
He pensado demasiadas veces
trazar caminos menos tétricos,
mutilar hasta la última cerradura
y perfilar los detalles por impedir volver.
Lo he pensado desmedidamente
y entre tanto se me olvidó olvidar
que por el hueco de la midilla
aún se cuela luz por conseguir mi juego de llaves.
La llave siempre en la mano, para saber que si abres o cierras, depende de tu voluntad.
ResponderEliminarbesos
Habrá que hacerse con un juego de llaves por se quiere entrar o si te quedas dentro encerrado.
ResponderEliminar¡Besos!
:) Bueno, yo he seguido por otros caminos, pero por si acaso no mutilo las cerraduras, y tengo una copia de las llaves (o dos) pero lo importante es que he conseguido abrir otros caminos, y que a lo mejor hasta no tengo que volver a usar las llaves :)
ResponderEliminarUn saludo!!
Mejor resulta la sensación de saber que no nos son necesarias como tu bien dices Antonio, sino siempre estamos algo perdidos e inquietos buscando las llaves aquí y allá como a mi a menudo me pasa cuando casi tengo que entrar a gatas dentro de mi bolso y finalmente tengo las llaves posadas sobre mi mano.
ResponderEliminar¡Saludos¡