¿A quién esperas entornando los ojos hacia la marea?
Pisas los pétalos de sal que arrastra la pleamar
entre latidos abujardados de sabor incertidumbre,
lloras lágrimas con brozas de espuma que nunca acaban
y son olas que desvían el ventrículo hacia la derecha
como la tormenta que revienta junto a tu pecho.
La condena de plantar tus estribos junto al agua
como faro reconstruido en bocas de salitre peraltadas
y las gaviotas se alejan, no oyen, mienten en bandadas
al horizonte y se preguntan si estás alicaída o alicatada,
mientras afuera los vientos silbaban con envidia
Los ojos faros de luz, brisa y sal... ¡sí!
ResponderEliminarbesos