Percibí tus alas anchas que volaban
entre el brillo de caracoles anillados
que emergían de la exigua lucidez.
Delirio por calmar brazos sin dolor,
infinitos agujeros de abrazos recónditos
que quise dar y no di.
Retorcido insecto infame sin querer,
aguijonea la herida en tubos de ensayo.
La biología más pura, invitada a dormir en la escalera.
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fascinante aunque intrincado, puedo seguir esas alas y recordar heridas perdidas en la inmensidad
ResponderEliminarLa biología de las emociones se guarda en los huecos de los abrazos, efectivamente.
ResponderEliminarbesos
También buscamos la protección en cualquier momento de verdadera necesidad, nos pille donde nos pille...
ResponderEliminarIntrincado, liviano pero ávido para saldar una dosis de osteoporosis
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